martes, 4 de diciembre de 2012
Recuerdos de otoño
Hoy mientras me dirigía del metro al autobús me ha venido algo a la mente, no sé el motivo pero eso es algo que me ocurre a menudo. ¿Por qué hay lugares, olores o simplemente algo en el cerebro que te hace recordar? A mi me pasa continuamente. Recuerdo cosas que me han pasado hace bastantes años ya y vuelvo a abrazar el tacto, a oler el momento, a reír con las risas, a sufrir con el dolor. Bueno lo último ya menos. Las personas...ese es mi punto débil. Recuerdo personas, sonrisas, miradas, momentos con personas, frases o palabras, canciones, días... Y me pregunto ¿Por qué siempre recordamos aquello que dejamos atrás cuando no estamos pensando en nada?. No sé, posiblemente nuestra mente se aburra y la memoria recopile elementos que tiene por ahí guardados sin título. Asociamos cosas con otras cosas, lo mio son todo personas. Hay gente que anhela el futuro, yo disfruto el presente y recuerdo el pasado.
Porque soy de ese tipo de personas que nunca olvida algo que le ha hecho sonreír. Puedo pensar que lo olvido pero a veces vuelve a aparecer. En ocasiones me parece increíble recordar cosas tan insignificantes, tantos detalles, matices... Pero las imágenes en nuestra cabeza son nuestras, puedes rebobinar las veces que sean, incluso ponerlo a cámara lenta, en blanco y negro o a color...
La infancia, como es posible recordar cosas que si echas cuentas tenías menos de 3 años, no lo sé, pero me encanta. Hay cosas que se te quedan grabadas y puedo asegurar que no tienen por qué ser las más importantes en tu vida, esas suelen olvidarse constantemente. Unos zapatitos con música que tu madre te trae una noche después de trabajar, saltar encima de un sofá viendo unos videoclips, un baile de pitufos con tu hermano, una tarde en el parque, un abrazo distinto, una frase especial, risas y canciones mezcladas con palabras, unos juegos de cartas, una película, un banco, unas estrellas... cualquier cosa o detalle que vuelve a ti de vez en cuando.
Otoño, dulce otoño que haces que mi inspiración empiece a despertar.
martes, 27 de diciembre de 2011
Princesa mía.

Un día, hace mucho tiempo ya, estabamos cerca de mi casa, era invierno y quedaba poco para nochevieja.
Estábamos con tu movil, ese viejo gris que tanto me gustaba, y me dijiste que había una canción que te gustaba mucho porque te recordaba a mi.
La pusiste, y la apoyaste encima de un muro de ladrillo, la canción empezó a sonar y me besaste.
Nos besamos con la canción de fondo, hasta que se terminó. Cuatro minutos, desde entonces, cada vez que la oigo me acuerdo de ese momento.
Y aunque han pasado años y muchas cosas con ellos, sigues estando a mi lado, con nuevas canciones de fondo, con nuevas miradas, con nuevos besos.
Y cada día que pasa te quiero más.
Y ya son 4 diciembres contigo. Pero este es especial. Porque el frío no es tan fuerte. Porque tu voz está conmigo cada noche antes de irme a dormir. Porque tengo libertad para quererte más que a nadie. Porque el deseo de nochevieja del año pasado no se cumplió pero el de las pestañas sí. Y adoro soplar pestañas con fuerza y pedir deseos.
Y quiero ser lo que sea pero ser algo en tí.
Que me sientas y que alguna vez escuches una canción que te recuerde a algo que hayamos vivido. Momentos insignificantes que seguro has olvidado, como yo habré olvidado otros mil. Pero existen y a veces vuelven. Como aquella vez hace cuatro años. En cuatro minutos. Que recordaré toda la vida. Que he recordado hoy al buscar música vieja para tu coche, al ver el título.
Princesa mia.
martes, 18 de octubre de 2011
I love you till the end.

jueves, 13 de octubre de 2011
Vivo enamorada de tus ojos y enganchada a tu risa...

viernes, 7 de octubre de 2011
Quiero.

Y solo quiero ser si es contigo, sonreír y sentir tus labios mientras respiro
jueves, 22 de septiembre de 2011
Cosas por las que merece la pena vivir.

Podrías nombrar millones de cosas por las que crees que la vida es una auténtica mierda. ¿Pero cuántas nombrarías en su caso opuesto?
miércoles, 8 de junio de 2011
El arte de vivir.

Se besaban, una y otra vez, dedicando a cada roce de labios una sonrisa.
Besos cortos, la mano de él en la espalda de ella, el aire de ella en la boca de él.
Entre la multitud, rodeados de muchísimas personas que parecían no existir.
Instante diferente, o quizás no, tal vez solamente una simple escena que ocurre a menudo y que nadie se para a observar.
Sin embargo desde una zona algo apartada unos ojos cansados les observaban, y entonces sucedió, una sonrisa emergió en la calma de su rostro.
Volvían a juntar sus labios,ella cerraba los ojos. Pero él sonreía justo en el segundo en que sus labios quedaban libres.
Concepto algo abstracto el de libertad, pues la libertad de sus ojos estaba en los de ella, presa en pupilas, reflejada en sonrisas.
Los demás no se fijaban, pero la chica distraída que les miraba desde lejos sí, los observaba, y a cada sonrisa de él su apatía se alejaba.
No se cansaban y parecían habitar un mundo aparte. La chica parecía estar susurrándole alguna cosa y él le apartaba el pelo de la cara.
En la escena él permanecía absorto en sus detalles. Siin parar de mirarla, sin dejar de escucharla, el mundo no era mundo, era ella. El bullicio no existía, solo su voz se adivinaba entre el corto espacio entre ambas miradas.
Y es increíble porque la persona que les miraba podía sentir lo que él sentía, o tal vez no, posiblemente su vista desde el exterior hacía que lo sintiese de otra forma, de cualquier manera, sus ojos se encendieron y aquella imágen la atrapó en un pequeño instante, como si de una estrella fugaz se tratase en medio de aquel alboroto de ojos ciegos.
El sentir es subjetivo y hay tantas formas de querer...todas son distintas. Se trataba de una continua guerra de besos fugaces que no cesaban en aquella inmensidad.
Algo empalagoso desde luego, y quizá demasiado hasta para la persona que vislumbraba aquello, pero era diferente.
No podía observar el rostro de la chica, pero no hacía falta, porque podía verla reflejada en él.
Rebosante de alegría, sin cuestionar nada, ni él mismo podría darse cuenta, pero así era.
Cuantos problemas en el mundo se extinguirían si el resto de personas que les rodeaban en aquel preciso instante se hubieran percatado de aquello, de un simple momento, labios que se encuentran, libertad que los ata...
No sabía quienes eran, ni tampoco le importaba, ni siquiera se dio cuenta de que había permanecido mirándoles varios minutos.
Hasta que apartó sus ojos un instante y segundos después ya no estaban. Se habían perdido entre la multitud, entre el resto del mundo que no parecía estar junto a ellos.
Volvió a sonreír... Fue entonces cuando se dio cuenta...
Que increíble es. Pues sin conocer nada lo sabía todo.
La sonrisa y su mirada, aún a varios metros de distancia consiguieron algo que ni mil realidades habrían logrado.
Una sonrisa...y arte.
Que distinto sería el mundo si únicamente nos dedicasemos a sentir.
Pues que mejor arte...que el arte de vivir.